¿Quién no ha sentido miedo alguna vez?
¿Quién no ha notado su cuerpo entumecido por el miedo?
¿Quién no ha deseado tener más valor?
El miedo paraliza.
El miedo resta.
El miedo nos cercena.
¡Cuánto miedo en nuestras vidas!
¡Cuántas vidas arruinadas por Él!
¡Si tuviese una varita mágica o una pócima secreta
para desterrar esta amarga emoción de nuestras vidas!
Pero si he aprendido algo…
Es que sin miedo, no hay experiencias.
Y sin experiencias, no tenemos vida.
Y sin vida,
no aprendemos.
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(Extraído del libro, Volver al amor)
El miedo es una ilusión, un delirio. Nuestra locura, nuestra paranoia, nuestra angustia y nuestros traumas son imaginarios. Esto no quiere decir que no existan para nosotros en cuantos seres humanos, y es necesario exponerlos a la luz para poder librarnos de ellos. Pero no reemplazan el amor que hay dentro de nosotros. Son, literalmente, una pesadilla. Es como si la mente se hubiera escindido en dos partes, una de las cuales sigue estando en contacto con el amor, mientras que la otra vira hacia el miedo. El miedo produce una especie de universo paralelo donde lo irreal parece más real que lo real.
El amor expulsa el miedo de la misma manera que la luz expulsa la oscuridad.
La vuelta al amor es el gran drama cósmico, el viaje personal desde lo ilusorio hasta el Yo, del dolor a la paz interior.
El amor en la mente produce el amor en la vida. Este es el significado del Cielo.
El miedo en la mente produce el miedo en la vida. Este es el significado del Infierno.